jueves, 22 de abril de 2010

Siempre Alicia


El Gato de Chesire en un dibujo de marzo de este año.
Ahora que en todos lados se habla sobre Alicia en el país de las maravillas (desde Farmville, Coffe World o nuevas ediciones de lujo) por la reciente cinta dirigida por Tim Burtón, se me ocurrió buscar entre mis libretas para tomar algunas de las ilustraciones que he ido dibujando a lo largo de los años. Las imágenes que podrán observar a continuación son algunas de las muchas que se encuentran dispersas dentro de mis libretas.
Creo que pocos libros me han dejado una huella tan profunda como el de Alicia de Lewis Carroll y creo que así le ha sucedido a muchísimas personas alrededor del mundo. ¿Que tiene este libro donde los animales hablan, lleno de cachibaches y frasquitos de "chiquitolina", que hace que siempre lo tengamos presente y sea una constante para referirnos a algo loco y sin sentido?.
Yo leí Alicia cuando estaba en la preparatoria, tal vez por el año 1995 cuando me fui de pinta a la Ciudadela y como el día esta frío y lluvioso me metí a la Biblioteca México, ahí en sus estantes encontré el libro de Alicia, el cual leí -creo yo- en un período de seis horas. Era la edición de editorial Porrua con las ilustraciones originales de John Tenniel de 1866.
El conejo en una hoja de mi libreta actual.

La oruga, según Moyao "La Oruga Spawn"
Para mí fue como si alguien por primera vez hubiera podido describir los sueños, como si alguien hubiera podido expresar con palabras el sutil cambio de escenarios que ocurre cuando soñamos, cuando estamos en un lugar que resulta ser otro, o cuando vemos a un animal o una persona y pronto se distorsiona volviendose algo completamente distinto... que logro, ¡que alucinante!.
Y desde entonces no pude soltar el libro, me lo compré y lo he leído varias veces. Cuando en la Universidad nos llevaron de práctica a Ixtlán de Juárez en Oaxaca y tuvimos oportunidad de adentrarnos en el bosque de montaña, recuerdo haberle dicho a mis amigas Angela y Lola: -"este lugar es tan extraordinario, que si en este momento saliera un conejo blanco con un reloj y detrás de él saliera corriendo Alicia, no me sorprendería nada".
Ver aquellos arboles cubiertos de musgo, líquenes, arroyos cristalinos surgiendo de la roca y ver a las nubes arrastrandose pesadas entre los cerros bajos de aquel hermoso lugar me hizo pensar que todo podía ser posible, que los sueños de pronto podían materializarse frente a nosotros, que la línea entre la realidad y la ficción podía volverse de pronto muy frágil.

Mi versión de los hongos y jardínes del cuento de Alicia.

El conejo viendo pasar el tiempo.

El sombrerero y el lirón debajo de una lista de materiales por ahí del 2006.
Y así llené mis libretas con dibujos sobre Alicia, la oruga, el conejo blanco, el gato de Cheshire, el sombrerero, dodos con bastón, falsas tortugas, grifos, flamingos, naipes, lirones, cerditos que necesitan ser arrullados, flores que hablan y frasquitos que dicen "drink me". Lo mismo ocurrió con las paredes de mi cuarto como ya mencioné en alguna otra ocasión.
Para mí leer Alicia es como robarme un poquito de los sueños, en donde las reglas son distintas y donde las cosas imposibles son de lo más común, es decir, se rompe con las reglas de nuestro mundo, he ahí lo fantástico de esta obra.
Y eso fue lo que estuvo ausente en la película de Tim Burtón, no vimos en pantalla a la Alicia que imaginabamos al leer el libro, ni siquiera a la Alicia de la primera versión de Walt Disney, o la perturbadora versión checa de Alicia titulada "Neco Z Alenky" del director Jan Svankmajer, no, por momentos -tristemente- creí que estaba viendo una nueva entrega de Narnia, ahí estaban los personajes tan queridos, los escenarios alucinantes, pero fue obvio que las reglas de su mundo, eran las mismas reglas que regían el nuestro y fue ahí donde la fórmula no funcionó, al menos para los que amamos entrañablemente el libro.



Un saludo muy especial a mis amigos de la primaria: Ardal, Raúl, Mauricio, Victor Omar, Omar Rocha y Maribel con los que me la pasé alucinando cosas fantásticas durante seis años.
Y claro, a Angela y a Lola mis compañeras de aventuras en aquellos bosques de ensueño en Oaxaca y en muchos muchos otros lugares. Las extraño muchísimo.

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